Dimitri, mi primer borzoi, veía la televisión. Recuerdo un día en que tumbado en el sofá, miraba un documental sobre la vida en la sabana africana. Se quedó fascinado viendo a los leones sin parpadear, durante un buen rato. En un momento dado, esos leones se pelearon, no recuerdo si por el alimento o una hembra, el caso es que comenzaron a rugir y a pelear. Dimitri se bajó corriendo del sofá y huyó del salón. Yo me quedé alucinado. Al cabo de unos segundos, el pobre asomó la cabeza por la puerta, sin entrar en el salón y miró a la tele, al ver que el alboroto de los leones continuaba, se largó de nuevo; esta vez, definitivamente.
Mi precioso Dimitri con la abuela en el parque,
hace unos 12 años.
No, no iba a echar a correr, sujetado por la abuela
en silla de ruedas. Habría sido como ver Ben-Hur
Ninguno de mis perros ha prestado nunca atención a la televisión, solo mis borzois.
Tallulah, que nos ha dejado hace unas semanas, con el corazón aún más roto, cada vez que entraba en el salón y se subía al sofá, miraba al televisor como para ver si lo que se mostraba era interesante. Si eran las noticias, no le dedicaba más de unos segundos de atención, como si no soportara más las tropelías del gobierno, pero si era una película en la que ocurrían cosas interesantes, o aparecían animales, como perros o caballos, erguía la cabeza y miraba la tele como si comprendiera el argumento.
Incluso cuando acababa de ponerle el impermeable, para irnos de paseo, un lluvioso día, mientras me dí la vuelta, se subió al sofá y la sorprendí viendo la tele.
Hace pocos meses, entré una noche en el salón antes de acostarme, para apagar la televisión y las luces, Tallulah estaba tumbada en el sofá, observando fijamente la pantalla. Tampoco parpadeaba. Veía embelesada, un documental sobre colobríes, absolutamente hechizada. Por supuesto, no apagué la tele. Le hice una foto.
No me extraña que Tallulah se quedara prendada. Los colibríes son aves absolutamente fascinantes y de una belleza espectacular.
Copio de la Wikipedia:
Son los pájaros más pequeños del mundo. Mueven sus alas de casi 70 veces por segundo. Son originarios del continente americano. Antaño se les mató por miles a fin de decorar los sombreros femeninos, lo que posiblemente llevó al exterminio de varias especies.
La especie de tamaño más reducido es el colibrí zunzuncito o elfo de las abejas (Mellisuga helenae), que con su pico y cola mide apenas unos 5,5 centímetros, exclusivo de Cuba. La especie más grande, el llamado colibrí gigante (Patagona gigas), mide unos 25 cm.
El colibrí pico espada (Ensifera ensifera), por ejemplo, tiene un pico casi tan largo como el cuerpo, de unos 10 cm de longitud. El Ramphomicron microrhynchum tiene por su parte un pico de apenas 5 mm. El colibrí pico águila (Eutoxeres) posee un pico que se curva de manera pronunciada hacia abajo, mientras que el colibrí Avocettula recurvirostris tiene un pico torcido hacia arriba. Cada pico representa una especialización a un tipo determinado de flor que le permite al colibrí en cuestión ocupar su nicho ecológico particular y de esa manera evitar la lucha con otras especies.
Su lengua es larga, puede ser extendida en gran medida, está dividida en la punta y tiene forma de trompa, lo que le permite succionar el néctar con facilidad.
Los colibríes viven en América, desde Alaska hasta el archipiélago de Tierra del Fuego. Hay una gran diversidad en casi todo el istmo centroamericano, Colombia, y Venezuela. Esta diversidad es aún mayor en Ecuador.
Los colibríes se alimentan principalmente de néctar de flores para obtener las calorías que les permiten volar, de esta forma ayudan también en la polinización de las plantas, distribuyendo su polen de flor en flor; las proteínas las obtienen de pequeños insectos y arañas que atrapan en el momento en que visitan la flor. Esta alimentación, rica en energía por ser de azúcares simples, es la que posibilita su estilo de vuelo de gran consumo energético. Los colibríes son atraídos especialmente por las flores de color rojo o naranja brillante.
Construyen un pequeño nido forrado interiormente de tela de araña, algodón, liquen o musgo. La hembra va al nido en este tiempo hasta 140 veces al día para alimentar a sus crías.
Y para terminar, unas bonitas fotos más, de preciosos colibríes, por que para mí, ya saben ustedes, nunca son suficientes, tratándose de fotografías de cosas preciosas.
Y para terminar, unas bonitas fotos más, de preciosos colibríes, por que para mí, ya saben ustedes, nunca son suficientes, tratándose de fotografías de cosas preciosas.