Los años pasan y con ellos, la vida, es tan inevitable como obvio, ya lo se, pero siempre pienso que mis gustos son y serán siempre los mismos. También sé que ya he hablado de esto. Estoy mayor, pero aún rijo. No mucho, pero lo hago. Me gusta aún la música que me gustó toda mi vida, a lo largo de ella y también el cine. Por supuesto, me gusta mucho también parte de lo que se hace ahora, no tanto en música, pues no me impresionan las canciones que se premian en los Grammy o la MTV, pero sigo descubriendo canciones y cantantes que me encantan. En cine, como en música, mis gustos son muy eclécticos y amplios, pero veo películas que me resultan soporíferas y que no comprendo como se puede haber invertido tal cantidad de dinero en ellas, a no ser, por que el público traga con cualquier resultado y aunque sean de todo menos memorables, las productoras se forran. Veo algunas películas, que me hacen pensar, como con la música, que me he hecho muy mayor.
Vi esta película hace unos meses y no solo se me hizo eterna, a pesar de Henry Cavill, si no que la odié. Me indignó. Para empezar, no entiendo esa hostilidad entre dos superheroes que se supone que son buenos. ¿Por qué coño los hacen enemigos? ¿A cuento de qué? ¡Con lo bonito que es el amor!
La historia me pareció sin ningún mínimo interés. No sé en que piensan a veces los guionistas ni quienes les pagan. Tampoco quienes van a verla y que no prenden fuego a la sala del cine antes de abandonarla.
Hoy he visto esa del Capitán América y a pesar de Chris Evans, me he dormido a los veinte minutos de empezar, para despertarme, veinte minutos antes de que acabara. ¡Un truño, señoras y señores! Me encanta el cine de acción, como el de otros diferentes géneros, pero si el guion o la historia no me parece fascinante, me duermo y luego me indigno, al despertarme. ¿Y qué ha sido de la lycra? ¿Por qué el Capitán América se viste más holgado que yo mismo? ¿Qué interés queda ya, con superhéroes sin lycra?
El Capitán América en los comics
y ahora en las películas
Menos mal que aún queda esperanza. Y eso, la esperanza, me hace pensar que no todo está perdido. Bendito sea Deadpool.
Me ha hecho reír, como hacía semanas que no lo hacía. Y si algo necesito en esta vida, además de millones de euros y un lifting facial, es reír.
Cuando un guión, además de inteligencia, posee humor inteligente, yo me descubro. Deadpool es encantador, divertido y bueno. En el guión de la película abundan multitud de líneas y situaciones geniales. Tanto es así, que mi hermano y yo, tuvimos que rebobinarla en varias ocasiones, por que las risas nos hacían perder parte de la siguiente ocurrencia.
Deadpool se niega a que su traje de superhéroe sea verde y digital. Otro ocurrente guiño. A pesar de no ser de atuendo, lo luce muy bien, he de decirlo.
Y debo decir, también, que era algo escéptico a verla, pues había sido tal el éxito que había tenido, que desconfiaba y pensaba que me decepcionaría tanto como las que he mencionado más arriba. Además, confirmo algo que sabía desde hace años y es que Ryan Reynolds es un gran actor. Aunque él mismo diga en la película que ese Ryan Reynolds se ha hecho una estrella solo por ser guapo. Ese es otro de los momentos a celebrar.
Echo de menos ver películas que me fascinen, como cuando hace mil años veía muchas de ellas a altas horas de la madrugada, en blanco y negro, de la época dorada de Hollywood, con guiones geniales, interiores diseñados por Cedric Gibbons y vestuario de Adrian o Travis Banton. He visto miles de películas a lo largo de mi vida, desde mis tiempos de tierna juventud, en los que pasaba tardes o noches solo o con amigos, viendo cantidad de cine en la Filmoteca de Madrid. Sigo amando el cine, pero me provocan gran desinterés multitud de películas que veo ahora. Pocas deseo volverlas a ver de inmediato, como me pasaba antes. Hace poco he visto The Revenant (El renacido) y me gustó, pero me pasé toda la película pensando que Tom Hardy debería haber interpretado el papel de Leonardo DiCaprio. Puede que sea por que me gusta mucho más que él, no lo sé.
Me consuela tropezar de vez en cuando, con algunas cosas que me divierten, que al fin y al cabo, es una de las funciones que se le exige a una película, como Lights Out (No apagues la luz). El corto en el que se basa, ya me puso los pelos de punta hace tiempo y ahora la película, también, que es lo mínimo que le puedes pedir a una película de terror.
Como me gusta mucho el terror y sufro tantas decepciones con muchas películas, cuando veo una de ellas, siempre me espero lo peor, pero Lights Out, no me ha decepcionado en absoluto. No hay falsos sustos, ni trampas, ni sobresaltos que luego resultan ser un estúpido sueño. Da miedo, que es de lo que se trata y resulta convincente. Es decir, acojona.
También he visto The Purge: Election Year, que es la tercera de la saga y me divierten bastante, todas ellas. Con estas no me duermo. Además está Frank Grillo, que es una buena razón para permanecer despierto.
Su personaje ha de proteger a una senadora candidata al gobierno, que ha de ser aniquilada, en esa noche en la que los crímenes sufren de impunidad, como Trump podría haber deseado con Hillary Clinton.
No quiero olvidarme de otra película de terror que me ha parecido perfecta: Dont Breathe (No respires). Es bastante inquietante con sorpresas, tensión y nada de trampas, tampoco.
Merece ser vista, para abstraerse de las situaciones terroríficas que nos causa la vida. El cine puede ser muy catártico.
Luego, doy gracias al cielo cada día, por la existencia de Michelle Dockery. La serie Good Behavior lo demuestra. Verla actuar, junto a Juan Diego Botto, es un placer enorme para mí. Diría que es adictiva, incluso.
Por supuesto, ha de ser vista siempre en versión original. Doblada, no tiene nada que ver. Su personaje es tan inteligente como conmovedor y brillante y demuestra con alegría, que hay vida después de Lady Mary.
También disfruto mucho viendo Victoria. Denme una serie británica de época, repleta de buenos actores, interiores deslumbrantes y vestuario fantástico y me harán feliz.
Aunque no paro de preguntarme por qué no aparece Eos, la célebre galga del Príncipe Alberto e inmortalizada por Landseer.
Y debo de ser muy mayor, cuando me ha afectado tanto que Debbie Reynolds, muriera al día siguiente de su hija Carrie Fisher. Es evidente, que se le rompió el corazón.
Por supuesto, ha de ser vista siempre en versión original. Doblada, no tiene nada que ver. Su personaje es tan inteligente como conmovedor y brillante y demuestra con alegría, que hay vida después de Lady Mary.
También disfruto mucho viendo Victoria. Denme una serie británica de época, repleta de buenos actores, interiores deslumbrantes y vestuario fantástico y me harán feliz.
Ya no se hacen uniformes así.
El aspecto triste, de la evolución.
Aunque no paro de preguntarme por qué no aparece Eos, la célebre galga del Príncipe Alberto e inmortalizada por Landseer.
Y debo de ser muy mayor, cuando me ha afectado tanto que Debbie Reynolds, muriera al día siguiente de su hija Carrie Fisher. Es evidente, que se le rompió el corazón.
Cuando me enteré que Carrie Fisher había fallecido, lo primero que pensé fue que la pobre Debbie Reynolds, estaría destrozada. No debe de haber nada peor que se te muera un hijo.
Estoy harto de publicar posts in memoriam de gente que me gusta. Debbie Reynolds me ha gustado mucho toda la vida. Es inolvidable en Singing in the Rain (Cantando bajo la lluvia) 1952, donde cantaba y bailaba hasta sangrarle los pies, como el mismo Gene Kelly no creyó que fuera capaz.
Y aún más inolvidable si cabe, en The Unsinkable Molly Brown (Molly Brown siempre a flote) 1964, donde es la absoluta protagonista, interpretando a una mujer que evoluciona desde la más rústica y sencilla pobreza, hasta convertirse en la célebre millonaria capaz de sobrevivir hasta al hundimiento del Titanic. Debbie fue nominada al Oscar, por este papel.
Me ha gustado mucho ver a Debbie Reynolds ya mayor, en algunas películas en los últimos años, me gustaban ella y sus personajes. Y cualquier aparición suya, donde fuera, era un placer.
Y aunque estoy muy mayor, a mi edad, he hecho algo que he querido hacer toda mi vida, que no es precisamente escalar el Everest ni saltar desde un puente, atado a una traicionera cuerda, no estoy tan loco y siento decepcionar, pero lo que he hecho es perforarme las orejas. El otro día encontré en casa unos aros de plata que quise ponerme hace mil años, casi poco después de hacer la primera comunión y decidí que no podía dejar pasar más tiempo o no podría cargar con su peso. Vanessa una de las chicas de la farmacia, que nos tiene mucho cariño a mi hermano y a mí, me hizo los agujeros, gratis, mientras ambos nos contábamos los dramas de nuestras vidas y me inundó de ánimo y positividad, por lo que se puede decir, que incluso perforarte las orejas, es terapéutico. Vanessa me dijo que estaba muy guapo. Claro, que... me lo dice siempre, desde hace años.
Ahora me siento más audaz y se me van los ojos cuando veo cosas como estas.
Y ahora, les dejo a ustedes. Veré si hay algo digno de ver, pero antes, he de tomar mis pastillas para el reuma.Y aún más inolvidable si cabe, en The Unsinkable Molly Brown (Molly Brown siempre a flote) 1964, donde es la absoluta protagonista, interpretando a una mujer que evoluciona desde la más rústica y sencilla pobreza, hasta convertirse en la célebre millonaria capaz de sobrevivir hasta al hundimiento del Titanic. Debbie fue nominada al Oscar, por este papel.
Me ha gustado mucho ver a Debbie Reynolds ya mayor, en algunas películas en los últimos años, me gustaban ella y sus personajes. Y cualquier aparición suya, donde fuera, era un placer.
Benditas sean ambas, allá donde estén.
Ahora me siento más audaz y se me van los ojos cuando veo cosas como estas.