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domingo, 27 de abril de 2014

"A Chorus Line". Si no vibro con esto, no lo hago con nada






"A Chorus Line" (traduzco de la Wikipedia) se estrenó en el Schubert Theatre en julio de 1975, dirigido y coreografiado por Michael Bennet, música de Marvin Hamlisch, letra de Edward Kleban y libreto de James Kirkwood Jr. y Nicholas Dante. Alcanzó un éxito sin precedentes de público y crítica y recibió 9 premios Tony (de 12 nominaciones). Además, un premio Pulitzer  y el Olivier en 1976, al mejor musical. (En 1985 se estrenó la película).











La producción original de Broadway, alcanzó 6.137 representaciones, convirtiéndose en la producción con más representaciones de la historia, hasta que llegó "Cats" en 1997, la producción de 2011 de "Chicago" y "Les Misérables" y "El fantasma de la ópera" del 2002. Continua siendo uno de los 6 shows de más éxito de la historia de Broadway, así como en el West End londinense en 1976 y el 2013. 




"A Chorus Line" en Londres en el 013






Conocí y me deslumbró, este musical, cuando escuché el disco hace décadas. Y merece todo el éxito adquirido. Todo en este show me encanta, la historia de este grupo de jóvenes ansiosos por ser aceptados y triunfar, el texto, las canciones, los números musicales y el enorme talento que desborda.  






Solo el número final, "One" representa a la perfección el estilo y el alma de "A Chorus Line" y ese número, es ya antológico y un merecido clásico en el mundo de show business. Y me emociona verlo, en sus muchas versiones, una y otra vez. Amo esa línea dorada. 








YouTube, está repleto de diferentes representaciones de solo ese  magistral número. No solo no me canso de verlo, cada vez que lo hago a lo largo de los años, además, me emociona siempre.

Este vídeo pertenece a un especial de televisión, "Baryshnikov on Broadway", de 1980, con precisamente Baryshnikov como integrante del número. Simplemente, me pone el vello de punta, aunque el final esta cortado un tanto bruscamente.


(Por favor, pon antes en pausa el reproductor de música, en la barra inferior de la pantalla).





Este es de la ceremonia de los premios Tony del 2007.





Este vídeo, es de la celebración de las 3.389 representaciones y es emocionante ver como no paran de añadirse bailarines al escenario y la audiencia, hasta el gallinero, se pone en pie, ovacionando, ya antes de un minuto de actuación.





Y por último, el número de la película, dirigida por Richard Attenborough.


lunes, 21 de abril de 2014

ALEX KONAHIN





Siempre he pensado que mis dibujos a tinta eran recargados y barrocos, hasta que he descubierto la obra de Alex Konahin. Sus ilustraciones, además de barrocas, son preciosas creaciones muy elaboradas y de estilo muy intrincado, con un resultado alejado de las tendencias actuales. Diríase que son de otra época. Sus diseños, formados con motivos florales e incluso geométricos, trabajados con finos rotuladores y plumilla, me dejan tan estupefacto como fascinado. Podrían ser lucidos tanto enmarcados, como en vajillas, tatuajes o camisetas. Incluso parecen elaborados diseños de joyas de plata. Son obras de arte fuera de lo común. Son, sus ilustraciones, dignas de admiración. Son una belleza. Sobran más palabras.
































domingo, 13 de abril de 2014

Lindsay Kemp olía maravillosamente bien





Dice la Wikipedia que Lindsay Kemp nació en 1938, lo cual quiere decir, que cuando yo le conocí, y disfruté tantísimo en un teatro de su obra, "Flowers" (basada en la obra de Jean Genet "Nuestra Señora de las Flores"), hace literalmente muchísimos años, él, Lindsay, ya era un señor mayor. Aunque he de decir, que era la persona menos parecida a un señor mayor, que podría encontrarme en muchas vidas.









Era yo un jovencito muy tierno, cuando fui al teatro a ver "Flowers" con mi hermano y otros amigos. No había visto nunca en mi vida, nada igual, ni en un teatro, ni fuera de él. Y estoy seguro que tampoco volveré a verlo. Ni siquiera las posteriores obras de Lindsay Kemp, se pueden comparar con aquello. Para empezar y según yo lo recuerdo, el patio de butacas, el teatro entero, olía increíblemente bien y con una fragancia única, diferente y muy especial, que venía desde el escenario y era debido al maquillaje y polvos con que se blanqueaba todo el cuerpo, la compañía al completo. La iluminación del escenario, centrándose en solo lo que había que mirar en cada momento, permaneciendo el resto del espacio, prácticamente en total oscuridad, sin decorados, con solo unos andamios, hacía que esos cuerpos en escena, absolutamente blancos, brillaran como fantasmas.








Creo recordar, que nadie, ningún personaje en la obra, decía una palabra, solo El Increíble Orlando, uno de los actores, que además era invidente, aunque no era fácil descubrirlo, cantaba, en un momento dado y poniéndose en el centro del escenario, cara al público, "Bye, Bye, Blackbird". También cantaba "I'll be Around", imprescindible en la versión de Billie Holiday y "Over the Rainbow".










Nadie hablaba, solo se escuchaba música, canciones como "You're My Thrill", cantada también por Billie Holiday y cuyos primeros acordes, con esas cuerdas tan dramáticas, ya me recordarán siempre a "Flowers", cada vez que la escuche. O "Toot Toot Tootsie", por Al Jolson. En determinada escena, aparecía David Houghton, convertido en un arcángel, descendiendo por los andamios, mientras Lindsay estaba sentado y desplomado, sobre la mesa de un café. Lindsay fascinado, se levantaba y muy exquisitamente, se acercaba a él  y le pedía fuego. El arcángel sacaba un mechero de su suspensorio y le encendía el cigarrillo, mientras sonaba "La vie en rose" cantada por Edith Piaf. ¡Magnífico!









En gran parte de la obra, solo había silencio. Era emocionante. Era un espectáculo único. Lo que se desarrollaba en el escenario, ante la vista de todos, difícilmente lo olvidaríamos ninguno de los allí enmudecidos, impresionados y fascinados presentes. Lindsay conseguía hacerte soñar. Lograba hacerte dejar este mundo y ser testigo de una historia en otro, totalmente irreal. Era algo onírico, mágico e increíble. Parecía como si al entrar al teatro, nos hubieran obsequiado con una pastillita alucinógena y todo fuera consecuencia de sus efectos. De todas formas, ni con los efectos de alucinógenos o estupefacientes, llegabas a presenciar algo como lo que todos allí, fascinados y perplejos, estábamos descubriendo.















Lindsay Kemp nació en Cheshire, Inglaterra, como el sonriente gato de la  Alicia de Lewis Carroll (lo cual me parece lógico), el 3 de mayo de 1938.






Su padre, marinero, desapareció en el mar en 1940 y Lindsay recuerda bailar en la mesa de la cocina, maquillado y haciendo puntas, para entretener a los vecinos, lo cual llegó a ser demasiado para su madre, que con ocho años le mandó a un internado. Más tarde, él y su madre se mudaron a Bradford, donde Lindsay se matriculó en la escuela de arte y estudió danza. Formó su propia compañía a primeros de los sesenta.





Lindsay Kemp en un retrato de 1962 por Robert John Swan
 Colección del Victoria and Albert Museum



David Bowie y Kate Bush, fueron sus alumnos.









La Wikipedia le define como bailarín británico, actor, profesor, mimo, artista y coreógrafo. Además de la lista de obras que ha representado a lo largo de su carrera, hay que añadir su participación en películas y series de televisión. Hace años, se instaló en España, para luego establecerse en Italia.

He de decir, que no soy un entusiasta de los mimos, precisamente. Incluso me suelen poner de los nervios, pero Lindsay Kemp es diferente. No es lo que yo definiría como un mimo, aunque su estilo se base más en la mímica que en la palabra.









Cuando finalizó la representación de "Flowers", la primera vez que asistimos a verla, estábamos todos tan emocionados y asombrados por el efecto que nos había causado, que corrimos a los camerinos para ver a Lindsay Kemp y felicitarle. Entrar en esa zona, la de los camerinos, también era una experiencia inolvidable. El olor, ese intenso olor a maquillaje y polvos, lo invadía todo. Aún me parece poder olerlo. Y por el pasillo, te cruzabas con los actores, aún con el aspecto espectral del escenario, pero más tangibles y sonrientes. Lindsay nos recibió encantado y encantador, todo sonrisas y muy amable, dándonos besos a todos los que de repente, invadíamos su camerino.






Aún iba con su aspecto del escenario, maquillado, empolvado, vistiendo solo unas mallas blancas y el suspensorio blanco de escena. Mi hermano Oliver, es el que se encargó de hablar con él en nombre de todos. Los demás, parecíamos como en presencia de la Virgen de Lourdes, enmudecidos, sonrientes y como en éxtasis. Él, pareció agradecernos sinceramente la visita y las felicitaciones y después de unos instantes, le dejamos otra vez solo frente al espejo.








No recuerdo si días o semanas después, volvimos a ver "Flowers" y también a Lindsay, en su camerino. Él nos recordaba y volvió a ser amable y encantador. Mi amiga australiana, Carol, de la que hablé en otro post, le definió (nunca lo olvidaré) como "Egotistical bastard" (bastardo egocéntrico), lo cual seguramente era cierto. Carol era muy perspicaz e inteligente, con esos ojillos suyos, como de Shirley McClaine. Mientras la obra continuó en cartel, durante semanas o meses, no recuerdo, volvimos a verla varias veces y siempre fuimos a saludar a Lindsay al camerino. Y él siempre fue amable, educado y encantador. Y cada una de esas veces que aparecíamos, daba muestras de alegrarse de vernos. Puede que esas visitas, como las de otros admiradores, le alimentaran el ego de manera formidable y para él fueran tan necesarias como los aplausos y ovaciones, como emocionantes para nosotros.








Tiempo después, volvimos a ver a Lindsay Kemp en el escenario, representando otras obras. Recuerdo su adaptación de "Salomé" de Oscar Wilde, donde él, por supuesto, era Salomé.








También recuerdo "Sueño de una noche de verano" de Shakespeare. Aunque muy disfrutables, el impacto ya no fue el mismo causado con "Flowers", donde algunas veces, la belleza era difícil de soportar y llegaba a causar dolor, de tanta emoción. Siempre recordaré esos días,  como los días llenos de magia y que difícilmente se repetirán. Como el olor del maquillaje de Lindsay, que nos envolvía y nos llevábamos encima, al salir emocionados a la calle. También la última imagen del escenario, con Lindsay vomitando sangre y acabando iluminado con un cañón de luz, hasta acabar en total oscuridad, que se te quedaba grabada en la retina.











Lidsay Kemp es un artista, capaz de crear arte maravilloso con su especial y único talento y presencia y no los sádicos y crueles toreros.

He aquí una muestra:

(Por favor, pon antes en pausa el reproductor de música en la barra inferior de la pantalla. Gracias)