Hace un par de semanas, buscando fotografías de David Lachapelle, para uno de mis últimos posts, me encontré con unas imágenes, obras de él, que incomprensiblemente, desconocía. Me encantaron, por que me encantan las fotografías de Lachapelle, con esos colores que me hacen perder el equilibrio, y también, por que me gustan mucho los bodegones o naturalezas muertas de flores, del barroco, en los que obviamente están inspirados.
Flores en un jarrón, por Paulus Theodorus van Brussel, 1792
Otra muestra, en el hall de mi casa.
No se aprecia bien por el flash y la distancia, pero es este:
Jan France van Dael
En esta serie de fotografías, Lachapelle, explora la vanidad de la vida y la belleza. Con títulos como "Primavera", "Verano tardío", "Otoño temprano" o "Invierno inmortal", las obras tienen relación con las cuatro estaciones y aluden al ciclo de la vida, desde el nacimiento a la muerte.
Los bodegones florales del barroco, siempre aludían a la relación de la arrogancia humana y a la brevedad de la existencia terrenal, conteniendo muchas veces, dichas obras, distinta simbología representada por flores, frutas, vegetales, animales, insectos, máscaras, velas, relojes o calaveras. Estos símbolos denotan lo fugaz y limitado de la vida humana y el sinsentido de la vanidad. Como las flores marchitas a pesar de su belleza, todos nosotros nos desvaneceremos.
Lachapelle, utilizando el estilo tradicional, traslada esa idea y modelo, de la pintura a la fotografía y a nuestra época. El observador, descubre objetos cotidianos actuales, como cigarrillos consumiéndose, periódicos, móviles, globos, Barbies, latas, artilugios médicos, platos desechables, maquetas de aviones, billetes de dolar... e incluso artilugios sexuales. Esas son las metáforas de la vanidad en nuestra era de una adinerada, aunque turbulenta sociedad. La a menudo, bizarra y excesiva simbologica imaginería, no fracasa al recordarnos que debemos celebrar la vida antes de que finalice.
Y unas muestras de sus obras expuestas
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