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domingo, 29 de marzo de 2015

TOMADO DE UN VIEJO CUENTO RUSO…




...Cuando La´Ma el dragón fue a ver a la Madre del universo después de la creación le dijo:

Madre deseo ser un perro pero con cualidades divinas diferente  a todos. La Madre compadecida de verlo tan solo, pues únicamente quedaban dos dragones de época antigua, le dijo: “ Esta bien viejo y amigo dragón que deseas?”  La´Ma el dragón le dijo:

Deseo la velocidad de las gacelas de ojos claros,

La mirada de las águilas blancas que surcan los cielos,

El olor de las palomas,

El silencio de la niebla de las estepas rusas,

Sonreír como los niños,

La lealtad de los Ángeles y el amor de los perros.

Madre le dijo “sea” y dos maravillosos Borzoi surgieron de su manto, cayeron en las estepas de Rusia y desde entonces vagan por allí…













Ese texto me ha conmovido y emocionado las dos veces que lo he encontrado. Doy fe de que cada uno de los deseos y descripciones que da La´ma el dragón, son absolutamente ciertos en los borzois. Esas son algunas de sus maravillosas características. 

Es increíble ver correr a un borzoi. Corren como un galgo, pero al ser más grandes, su carrera es menos enérgica. Parece como si no les costara ningún esfuerzo correr. Siempre me ha impresionado verles correr.

Los galgos, y los borzois entre ellos, son perros que se guían más por la vista que por el olfato, de ahí, lo de la mirada de las águilas.

Siempre he dicho que los borzois huelen deliciosamente, como un ave, "...el olor de las palomas".

Son perros absolutamente silenciosos. Raro es oírles ladrar.

He visto mil veces a mis borzois sonreír, enseñando los dientes (que no los colmillos), cada vez que se alegran de encontrarse con alguien a quien quieren. No lo he visto en otros perros.

Y lo de la lealtad de los Ángeles y el amor de los perros, es obvio.




Mi preciosa Tallulah.

Te echamos de menos cada hora del día,
todos los días.







domingo, 22 de marzo de 2015

En casa de Greta Garbo


"Cuando Garbo sale del estudio, el glamour se va con ella".
(Adrian, diseñador de los estudios MGM)



En octubre de 1953, Garbo compró un apartamento de siete habitaciones, que estaba situado en el 5º piso del edificio Campanile, en el nº 450 de la calle 52 Este, de Nueva York. Ella contó a un amigo, que le había costado mucho conseguir ese apartamento. No querían actrices en el edificio y gracias a la ayuda de sus amigos George y Valentina Schlee, que vivían en el 9º piso, consiguió comprarlo. Después de años viajando entre dos continentes, era hora de asentarse. Garbo gastó 38.000 dólares en 1953. A mediados de los años 90, el valor del apartamento era de más de 1 millón de dólares.










La localización de su casa, era ideal para Garbo. Situada al final de una calle sin salida y con amplias vistas al East River. En todo el edificio, solo había 16 apartamentos y una piscina.






Aquí, Garbo vivía en medio de Manhattan y cualquier lugar estaba a su alcance, caminando. Lexington y Madison, se encontaban a pocas manzanas de distancia. El Museo de Arte Moderno y Central Park, también muy cerca. Y una calle sin salida, debía de proporcionarle cierta sensación de protección. Cualquier persona que la siguiera a casa, después de sus muchos paseos, sería descubierta enseguida, cuando ella doblara la esquina de su calle.







Amueblar y decorar el apartamento, para conseguir su propia idea de comodidad y elegancia, le llevaría tiempo. Su hogar era su santuario. Nadie entraba ahí, sin invitación. Algunas de sus habitaciones, daban a una segunda habitación y los invitados nunca pasaban de la primera, que debía de ser muy seductora, pues tampoco querías ir más allá.




Una imagen de la entrada al apartamento,
donde se puede ver a la derecha, la salida del ascensor,
y a la izquierda, el hall, con una alfombra diseñada 
por Garbo, una banqueta Louis XV
y sobre esta, una pintura de su hermano 
Sven Gustafson.


Su salón de estar era inmenso. Un salón muy grande para un apartamento de Nueva York. Y maravillosamente iluminado por la luz del sol. Decorado en tonos cálidos y gamas de rosas, sus paredes estaban cubiertas por fantásticas pinturas.





Sobre la chimenea, una pintura de Renoir de 1909, 
Léontine et Coco, en la que se puede ver 
al hijo del pintor, Claude.

Dos butacas, estilo Louis XV, atribuidas
a Jean-Baptiste Tilliard, flanquean la chimenea,
donde dos gallos de porcelana china del siglo XVIII,
comparten espacio con cajas del siglo XIX,
también de porcelana china.

El escabel es Louis XVI.




Otro Renoir, Enfant Assis en Robe Bleu de 1889,
sobre una cómoda de marquetería de estilo 
regencia, con dos figuras ecuestres de
porcelana de Staffordshire, de 1835.

La silla es Louis XV.

Las cortinas de seda son del siglo XVIII
y la alfombra, Louis XV. Se mezclan con
exquisito mobiliario de estilo regencia
y pinturas impresionistas.



Todo lleno de color y lleno de vida. Nada era blanco o negro. Garbo amaba las cosas bonitas y el color. Pensaba que el color era esencial en el arte y la decoración y se rodeaba a sí misma, de vibrantes tonalidades.

"Amo el color. Quiero que una habitación cante. ¿Como podría alguien no entenderlo? En mi caso, es innato. No he tenido que aprenderlo. Esta habitación es mi creación y creo que es bastante buena. Debes aprender a confiar en ti mismo".

Garbo era también una apasionada del arte y las antigüedades. Comenzó a coleccionar obras de Renoir, en los años 40. Además, sabía lo que coleccionaba. Ella lo estudiaba, visitaba galerías de arte y exposiciones en museos. Buscaba preciosos objetos, arte y antigüedades, en Europa y Estados Unidos.






Las amapolas, de Pierre Bonnard, 
cuelgan en otra pared del salón.


En otras paredes hay retratos, un bodegón
de  Alexej von Jawlensky y óleos de 
Georges Rouault y Juliette Juvin.





Y en su vestidor, destaca la alfombra,
también diseñada por ella en 1962.

También podemos ver sombreros apilados 
sobre una mesita  rusa pintada, de 1880.

Ese vestidor, albergó la ropa y las pertenencias 
de Greta Garbo, que mas tarde fueron subastadas 
después de su muerte.













Un detalle del dormitorio principal

 Una pintura de Jean Atlas, titulada Composition,
regalo de su amiga Elie de Rostchield,
cuelga encima de una cómoda rococó, con los cajones 
decorados con flores y un faisán.

Y colocado sobre la cómoda, 
Costume Desing for a Masked Lady,
gouache de Dimitri Bouchènés.



Para decorar el dormitorio de la Garbo, cuentan que ella mostró una pequeña pantalla de una lampara, que se llevó del vagón restaurante del primer tren en que viajó en Suecia y colocando la llama de una vela, dentro de ella, dijo que ese tono, que se podía ver en la seda iluminada,  era el que quería en su dormitorio... Después de varios intentos, Garbo les dio las gracias por conseguir justo el tono deseado por ella. "Garbo sabía perfectamente como usar el color para dar energía a un espacio".



Estas son unas imágenes de Greta Garbo tratando 
de pasar, inútilmente, desapercibida,
por las calles de Nueva York.

Paseando con su amigo, Cecil Beaton





Y estas, son unos retratos que le realizó
Cecil Beaton, cuando ella le pidió que le hiciera
unas fotos para renovar su pasaporte.

Los genios con un gran ego, 
no saben limitarse a lo que se les pide...

A mí me gustan mucho, pues muestran a una Garbo
relajada y en confianza.











Creo firmemente que Garbo es una de las estrellas 
más fascinantes, que han aparecido en una pantalla.







We miss you, Miss Garbo