Mis galgas, yo y the ruby slippers: Adios a Oscar de la Renta

Oscar de la Renta, ha estado y lo estará para siempre, relacionado con eso tan difícil y peculiar, que es la elegancia. Ha sido y será ya por siempre, un clásico en el mundo de la historia de la moda. Y sus diseños, han sembrado las pasarelas, las páginas de las revistas y a las mujeres que se han podido permitir vestir sus creaciones, de maravillosos y espectaculares diseño y colores. Sus vestidos llevan el inconfundible sello personal de los grandes y han sido llevados por primeras damas y estrellas de Hollywood, siendo imprescindibles, cada año, en las alfombras rojas.

Audrey y Oscar de la Renta

Y con Liza

Amy Adams

Emma Watson

Sarah Jessica Parker, en la gala del Metropolitan

Jaqueline Kennedy y Michelle Obama,

vestidas por Oscar de la Renta

Óscar de la Renta fue un diseñador de modas dominicano-estadounidense. Recibió importantes premios y con el paso de los años, diversificó sus creaciones a muchas áreas del diseño. Además, estuvo vinculado a su país natal a través de diferentes actividades benéficas. Alcanzó la fama internacional en la década de 1960, como uno de los diseñadores de Jacqueline Kennedy, ex primera dama de los Estados Unidos.

De la Renta nació el 22 de julio de 1932 en Santo Domingo, capital de la República Dominicana, en una familia prominente. Fue el único hijo varón de siete hermanos. Su madre fue la dominicana Carmen María Antonia Fiallo y su padre el puertorriqueño Óscar Avelino de la Renta, dueño de una compañía de seguros.4 5 De la Renta es sobrino del poeta dominicano Fabio Fiallo. A los 18 años se trasladó a Madrid para estudiar pintura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Con el tiempo se interesó por el mundo del diseño de modas y comenzó a realizar bocetos para las principales casas de moda españolas, lo que le permitió llegar a ser aprendiz de uno de los modistos más reconocidos, Cristóbal Balenciaga, a quien consideró su mentor. Posteriormente abandonó España para trabajar junto a Antonio del Castillo, como asistente, en la casa de modas Lanvin, en París.

El resto... es historia.