Perder a tu perro, que no vuelvas a verle nunca más, que desaparezca de tu vida, que deje de existir... es demoledor. No importa si llevaba contigo años o meses, no hay diferencia. Cuando murió mi pobre Nikolai (borzoi hermano de Tallulah), de una manera tan devastadora, perdido y atropellado en una autopista, con solo cuatro meses, habiendo muerto recientemente mi galgo Robin y antes Dimitri, mi primer borzoi, la gente me decía que teniendo Nikolai solo cuatro meses, el dolor al perderle sería menor que con los anteriores, pues solo vivió dos meses conmigo. Ellos, por otra parte, solo vivieron a mi lado, 6 meses (Robin) y 18 meses (Dimitri).
DIMITRI
ROBIN
Pues no es así, mire usted, decía yo. Basta con que una de estas criaturas entre en tu vida, en tus brazos y abrazos, y ser conscientes ambos, de que viene a quedarse contigo a compartir amor, verdadero AMOR, fidelidad, paseos, siestas, risas, besos, más abrazos... basta, decía, tenerle en tus brazos por primera vez, sabiendo todo lo dicho antes, para que ya le adores como si le hubieras parido, mire usted. De hecho, la muerte de mi Nikolai (siempre le llamo "Mi Nikolai") fue la más traumatica y dolorosa para mí, de todas las muertes de mis queridos perros.
Mi Nikolai
Es absolutamente doloroso y terrorífico, ver como tu delicioso y amado cachorro sale corriendo del parque, asustado de otro perro, y le buscas angustiado, siguiendo direcciones de algunas personas que le han visto correr, callejeando, atravesando Madrid... Seguí buscándole durante dos días, a pesar del dolor de mis piernas, incapacitadas para correr, hasta que miembros del Ayuntamiento, que sabían que había muerto atropellado quince minutos después de separarse de mí, me lo comunicaron dos días después de suceder, dos días de vivir angustiado, pensando que está solo, asustado y echándome de menos terriblemente y sin perder yo la esperanza de poder tenerle en mis brazos de nuevo.
Antes pensaba que si moría uno de mis perros, podría encontrar consuelo en los otros dos que quedan conmigo. Si, tener otros dos, ayuda mucho, pero cada uno es cada uno y echas de menos a quien no está y todo lo que significaba y hacía. Conoces sus tics, sus manías y costumbres. Los tienes todos ellos grabados en el alma y en el corazón. Y añoras muchísimo, su presencia. Tallulah ya no se tumba en la cocina, mientras yo estoy en ella, pareciendo que está dormida, pero mirando de reojo cada cosa que hago. Esperando que si es comestible, lo que tengo en la mano, lo comparta con ella. Después de varios meses, sigo viéndola tumbada ahí, en el mismo sitio. Y aún, a veces, al pasar por donde ella se tumbaba, casi doy un paso grande, para no pisarla. Y echo de menos que me despertara muchas mañanas subiéndose a la cama y tumbándose encima de mí con sus 40 kilos, poniendo su cara sobre la mía, como si me hubiera echado de menos, durante la noche.
Y no te encuentras a ti mismo, con la boca abierta, mirando la lámpara de mi habitación y preguntándote (aunque tardas solo dos segundos en saber la respuesta), como es posible que un peluche de Tallulah, haya llegado hasta allí.
Tienes a otras dos maravillosas criaturas junto a ti, pero ya no son tres, como antes. Una de ellas, ya no está. Ahora, sobra mucho espacio en el ascensor y en mi cama. Ahora, cuando observo nuestro reflejo en los escaparates, al pasar por delante (cosa que me producía un enorme placer), algo no cuadra. No son tres preciosas criaturas a quien veo conmigo. Falta la más grande y visible por su luminoso pelo en el reflejo. Falta alguien muy importante.
Aún hoy, cuando paseo con Lolita y Margarito, me encuentro por la calle a gente conocida, con la que hace tiempo que no coincido, que cuando me ven, antes de llegar a mí, miran a mis dos acompañantes, me miran a mí y ponen cara de extrañeza, preocupación e incluso de alarma, imaginándose lo peor. E incluso, casi todos los días, gente que no conozco de nada, pero ellos a mí sí, por verme por el barrio, me preguntan donde está la grande, la otra galga, o la peluda... Ya no se las veces que en la calle, he tenido que contar que ya no está con nosotros y narrar sus últimos y tristes días. Varias personas me han dicho que hace semanas que me ven sin ella, y que imaginándose lo más triste, no me preguntaban, por no hacerme sentir mal. No me siento mal, por que me pregunten por mi bella rusa, me siento mal después, cuando vuelvo a pensar en lo que duele echarla de menos. Pero es inevitable. Es normal que suela volver triste a casa, después de cada paseo.
Y es normal, supongo, que meses después de quedarme sin Tallulah, siga viéndola, y siga sintiendo el tacto de su cuerpo y la sedosa suavidad de su precioso pelo. Como si realmente la estuviera acariciando o abrazando. No puedo olvidar el tacto, como de satén, que poseían sus mejillas. Y siento perfectamente, su delicioso olor, como de gorrión. Todo eso, creo que no desaparecerá nunca.
Y me entristece muchísimo, ir en metro y encontrarme un largo y finísimo pelo de ella, que aún permanece en una de las prendas que llevo puestas. Lo cojo con dos dedos y lo observo, consciente de que ella ya no está, aunque parezca que ese pelo me lo acaba de dejar en mi ropa antes de salir de yo casa.
Y es normal, supongo, que meses después de quedarme sin Tallulah, siga viéndola, y siga sintiendo el tacto de su cuerpo y la sedosa suavidad de su precioso pelo. Como si realmente la estuviera acariciando o abrazando. No puedo olvidar el tacto, como de satén, que poseían sus mejillas. Y siento perfectamente, su delicioso olor, como de gorrión. Todo eso, creo que no desaparecerá nunca.
Y me entristece muchísimo, ir en metro y encontrarme un largo y finísimo pelo de ella, que aún permanece en una de las prendas que llevo puestas. Lo cojo con dos dedos y lo observo, consciente de que ella ya no está, aunque parezca que ese pelo me lo acaba de dejar en mi ropa antes de salir de yo casa.
Me duele tanto como me indigna, que los que adoramos a nuestros perros, los echemos tanto de menos cuando ya no están con nosotros, mientras tanta gente se dedica a abandonar a los suyos, a los que por supuesto, no tienen ningún puto cariño. No les importa una mierda lo que sea de ellos. Todo lo que me atormentaba a mí, cuando busqué a mi Nikolai, durante dos días, como el miedo que estaría pasando, la tristeza, soledad, hambre, sed, frío, peligro de ser atropellado... y más, no le importa absolutamente nada, a quienes abandonan a su perro. ¿Por que esa diferencia? Evidentemente, además de no sentir ninguna jodida empatía, tampoco sienten el más mínimo amor por ellos y por lo tanto, no hay tal preocupación y pronto será olvidado. Incluso esa misma noche dormiran a pierna suelta. Ellos, sus perros, nunca son así. Ellos sí aman incondicionalmente, te echan de menos ferviertemente, incluso los cinco minutos que tardas, cada día, en subir de la calle a dejar las bolsas de basura. Lo compruebo a diario. Naturalmente, los humanos no estamos hechos de la misma pasta que los perros. Luego, tanta gente se extraña de que yo los admire tanto a ellos y me cueste existir sin ninguno a mi lado. Incluso teniendo conmigo aún a dos, es muy duro no tener a Tallulah junto a mí.
Estos son un par de vídeos grabados hace unos años. Lolita y Tallulah, están jóvenes, preciosas, llenas de energía y felices. Me rompe el corazón, ver esto ahora.
Vivir en los corazones que dejamos detrás,
no es morir".
Thomas Campbell
te comprendo perfectamente, hay días del paseo que miro a ver si vienen los tres conmigo y entonces me doy cuenta que muestra Curra ya no está, ¡Cómo se les echa de manos, la huella que nos dejan! es increíble; por suerte nosotros podernos sentirlo, lo hemos podido vivir.
ResponderEliminarDice Arturo Pérez Reverte: " Déjame contarte, porque de eso sé algo. He tenido cinco perros, así que calcula. Y no hay nada en el mundo como ellos. No hay compañía más silenciosa y grata. No hay lealtad tan conmovedora como la de sus ojos atentos, sus lengüetazos y su trufa próxima y húmeda. Nada tan asombroso como la extrema perspicacia de un perro inteligente. No existe mejor alivio para la melancolía y la soledad que su compañía fiel, la seguridad de que moriría por ti, sacrificándose por una caricia o una palabra. He dicho muchas veces que ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando uno de nosotros muere, no se pierde gran cosa. La vida me dio esa certeza. Pero cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio."
El corazón se nos va partiendo en trocitos donde ellos permanecen, pero con lo que hemos vivido con ellos nos ha hecho el corazón más grande
Es cierto que se les echa muchísimo de menos, pero es lógico, cuando les queremos tanto y son tan importantes para nosotros. Una pena.
EliminarY es muy cierto, también, todo lo que dice Reverte en esas líneas, estoy totalmente de acuerdo con ello. Hay demasiada gente que todo eso, no lo entiende ni llega a conocer nunca. Es muy triste.
Muchas gracias, Fernan.
My Dearest Alberto,
ResponderEliminarMe ha enternecido mucho tu post. Todos los que hemos pasado por lo mismo entendemos cómo te sientes en estos momentos tan difíciles que describes…
Sin embargo, también me has arrancado una sonrisa con los videos. Da gusto verlas correr y disfrutar, eso tan sencillo es la esencia de la alegría en y de, la vida.
Tú lo comprendes bien: my kids have paws. Ahí va otra frase que he encontrado con la que también me identifico:
“Dogs are God’s way of apologising for my relatives.”(aunque no creo en dios, ha-há)
Un beso fuerte, ánimo, Anónima Eve.
Dear Eve:
EliminarSe que tú también comprendes muy bien todo esto. Los que no han amado y sufrido por un perro, no. Ni por supuesto, todos esos que no son mis semejantes, como galgueros y cazadores que utilizan como putas herramientas a sus nobles criaturas. Me duele y da lástima, que sean incapaces de apreciar lo que significa tener a uno de estos nobles seres a tu lado.
A mí también me hacen sonreír esos vídeos, además de entristecerme, al pensar en las dificultades para caminar y mantenerse en pie, de Talllulah en sus últimos meses. Pero siempre me ha producido un enorme placer verlas jugar y correr.
Me encanta esa frase!! La leí hace tiempo e incomprensiblemente, la había olvidado. Muchas gracias por traérmela de vuelta de nuevo.
Muchos besos a repartir!
Hace dos días se cumplieron siete años de la muerte por cáncer de mi queridísima y adorada gata Isis, a la que echo de menos como el primer día. Me pasa lo mismo con todos los animales con los que he tenido la suerte de compartir sus cortas, algunas cortísimas, vidas. Intento no derrumbarme en estos momentos en los que mi gata Tiffany está luchando contra un maldito linfoma intestinal y creo, por mucho que mis ojos se nieguen a verlo, que está perdiendo la batalla. Estamos haciendo todo lo que podemos y más por intentar salvarla pero el puto cáncer es así.
ResponderEliminarQué bonito vídeo y la idea del cofre con un mechón de pelo de Tallulah. No puedo imaginarme nada peor que perder tu perro y no saber donde está. Qué terrible la historia del pobre NikolaiLo peor de todo es que esto sigue pasando en la mayoría de ayuntamientos: personas que denuncian la desaparición de su perro y a las que se informa tarde - o nunca - del fallecimiento de su pobre compañero. Cosas de vivir en un país de desalmados.
Bss!
Te entiendo muy bien, Gen. Nunca se pasa el dolor, la pena ni los dejamos de echar de menos cuando los perdemos. Hace más de quince años que se nos fue mi último gato, un siamés llamado Keaton. No nos olvidamos de él, ni del anterior a él. Nunca les olvidas. Causan ese efecto en nosotros. Tienen ese poder.
EliminarSiento muchísimo lo de Tiffany, pero consuélate con todo lo bueno que mutuamente os habéis dado y de lo imposible que puedes intentar hacer por ayudarla hasta el final. Se que no te consolará, por que no es posible, pero piensa en ello.
Lo de mi pobre Nikolai, es algo que aún hoy, me sigue quitando el sueño. Me destrozó el corazón y más aún, el pensar en como se debió sentir él solo atravesando medio Madrid a la carrera... Fué muy traumático y devastador. Y sí, este país es particularmente jodido con eso de apreciar a estas criaturas.
Muchas gracias, Gen.
Bess.
mierda mierda mierda
ResponderEliminarvengo poco por aqui porque el pc que uso es una mierda y no aguanta blogs con peso..
y vengo y me llevo este disgusto....
En Semana Santa se me murió otro de mis gatitos, mi gata Khrisna, la negra, con 19 años...
fue rapido y silencioso, se metio en su cajon de arena a morir, la noche anterior habia estado dandonos mimos a los de casa...
Justo en la misma fecha un año antes moria Dorge mi gato naranja...
Pero esto de Tallullah es desolador, y esa caja de memorabilia suya, es un tesoro precioso.
Sigo leyendo, y lamento haber tardado tanto en venir... pero mi corazón tiene una nueva fractura ahora... Sabes lo importante que fuisteis tu y tus galgas en mi decision de adoptar a Syra.
Millones de besos, que no cubren ningun vacio, pero te los mando con todo el amor.
Hola Silvia.
EliminarSiento mucho lo de Khrisna. Pobre. Pero te digo lo mismo que a Gen, aunque no sea un consuelo. Es muy triste lo cortas que son las vidas de estos seres. Nos dejan un enorme vacío.
Lo de Tallulah también es desolador. No me la quito de la cabeza y habamos continuamente, Oliver y yo, de ella. La echamos muchísimo de menos. Me gusta pensar que está feliz y ágil en algún sitio, con su hermano Nikolai, Dimitri, Robin... y mi madre y hermano.
Muchas gracias, Silvia.
Y besos para repartir.