Es obvio que me gustan los galgos. Me gustan todo tipo de perros, pero siento pasión por cualquier clase de galgo.
Recuerdo que me dejaban fascinado cuando de pequeño, veía un galgo en el pueblo de Segovia donde pasaba los veranos. Nunca pensé que tendría galgos algún día. Siendo un crío, pensaba, estúpidamente, que dado que nunca sería cazador, pués los animales me gustan vivos, no podría tener galgos. Con los años adquieres sensatez (bueno, tampoco tanta como yo quisiera). Ya he tenido cinco galgos, y han sido mis posesiones más preciadas. Mis mayores alegrías y también mi mayor dolor cuando han desaparecido, de forma muy dramática.
El caso es que me gusta muchísimo todo lo que represente un galgo. Pintura, escultura... y las figurillas de galgos.
Hace pocos años, vi esta porcelana de un borzoi en el escaparate de una tienda de antigüedades. Era la hora de comer y habían cerrado. por la tarde me fui corriendo con mis galgas y la compré (yes Marta, I'm shopaholic. And there's no cure!). No lo pensé. Podría desaparecer. Me ha pasado antes con algunas cosas. Me gustaba demasiado.
Es bastante grande, 33 cms. (13")
El esmalte que la cubre está cuarteado
por un cambio brusco de temperatura.
He visto otras en subastas de eBay, pero las realmente bonitas, son demasiado caras para mí. Aunque me compre muchos zapatos (...tampoco tantos!), no me las puedo permitir.
Una maravillosa recreación de como permanece
tumbado un borzoi.
Llena de movimiento.
Tan sencilla, como preciosa.
Una belleza. Parece que bailan.
Estas eran de tamaño real,
es decir, enormes.
Una de mis favoritas.
Esta es otra de mis favoritas.
Me fascina como está esculpido
el pelo del cuello.
Esta es la clase de cosas que me gustaría que vendieran en IKEA.
Se que son demasiadas fotos, pero tengo tantas, que elegir sólo diez me resultaba imposible.
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