Hace unas tardes, mientras aclaraba la tetera bajo el grifo en la cocina, levanté la vista hacia el cielo. Atardecía y la luz comenzaba a apagarse lentamente en las alturas. El azul del cielo estaba cruzado por lo que parecían rastros de aviones. El horizonte refulgía en oro. De repente, divisé una bandada de aves, supongo que alguna especie de gansos, que volaban todos en grupo y en un tanto desorganizado orden, cruzando la ciudad de Madrid.
Al momento, otra bandada. Y otra y otra y... al menos vi cinco y seguro que pasaron más antes de yo descubrirlas.
Es difícil divisarlas en las fotos si no sabes donde están.
Son pequeños puntitos en línea.
Me quedé extasiado y emocionado, pensando en esas criaturas allá en lo alto, altísimo, todas juntas volando, todas de mutuo acuerdo, constantes y decididas. Y todas ellas con el mismo fin, viajar hacia tierras más cálidas antes de que llegue el verdadero frío. Me quedé maravillado. No podía sentir otra cosa que admiración hacia esos seres voladores, allá en lo alto, altísimo. Imaginé verlos de cerca volando entre ellos, mientras agitaban las alas con decisión antes de que anocheciera, cuando seguramente, pararían en algún lugar para pasar la noche y volverían al cielo todas otra vez y en formación, al amanecer, para seguir volando hasta su destino. Así, durante los días que tarden en alcanzarlo. Yo seguía admirado mirando el cielo.
He leído que vuelan en formación de V por que al batir sus alas cada pájaro, el aire produce un movimiento que ayuda al pájaro que va detrás de él. Volando en V, la banda de gansos aumenta por lo menos un 71 por ciento su poder de vuelo en comparación con un pájaro que vuela solo.
Cada vez que un ganso sale de la formación, siente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y, rápidamente, vuelve a la formación para beneficiarse del compañero que va delante.
Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los lugares de atrás y otro ganso toma el liderazgo.
Los gansos que van atrás graznan para alentar a los que van delante a mantener la velocidad. ¡Admirable!
De repente, como suelen ocurrir estas cosas, las visualicé sobrevolando campos y parapetados en estos, a hijoputas, siniestros humanos con escopetas, disparándolas. Destruyendo, por diversión, aquello que a mí me maravillaba que viviera. ¡Despreciable!
También he leído que cuando un ganso volando en esa formación, enferma o cae herido por un disparo (de un hijoputa), otros dos gansos salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo.
Pensé que los humanos somos muy diferentes. Esas aves, seguro que no. Ellas, no conocen la crueldad, la bajeza o el sadismo. Eso son características humanas. Ellas nacen, crecen, aprenden a volar, se reproducen, viven y emigran perfectamente organizadas, cooperando y respetándose mutuamente. Simplemente, viven. O debería ser así, si no fuera por esos humanos siniestros que no se maravillan con esta clase de visiones en el cielo y si lo hacen, es para pegarles un tiro. Y eso, acabar a tiros con esos maravillosos seres voladores, es lo que a ellos les llena de felicidad. Justo, todo lo contrario que a mí. Pero es que los humanos somos muy diferentes. Esa diferencia, puede resultar dramática y no solo para las maravillosas aves que emigran y de las cuales, muchas, no llegarán nunca a tierras más cálidas. Por que muchas, serán reventadas de un disparo y morirán estrellándose en el suelo. Por diversión (nunca entenderé donde esa puta diversión). Esa diferencia, decía, hace que los humanos no se respeten entre sí, e incluso se maten unos a otros. Los gansos se respetan. Viven (si les dejan) y dejan vivir. Lo demente, es que esos humanos, se sienten seres superiores. Es para llorar.
¡Ojala escribiera yo lo suficientemente bien como para que pareciera una novela! Pero te agradezco mucho que lo digas. Los acazadores aparecen siempre para joderlo todo, incluso mi ensimismamiento mientras los admiraba volando desde mi cocina. Es muy triste.
ResponderEliminarNo he leído nunca ese libro, pero seguro que lo disfrutaste mucho.
Muchas gracias y cuidaros mucho.
Besos para los tres.
Tiene que ser muy bonito. He visto que también se ha hecho en dibujos animados. ¡He incluso sellos de correos:
ResponderEliminarhttp://www.sellosmundo.com/Europa/Suecia/sello_258662.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/El_maravilloso_viaje_de_Nils_Holgersson
Y billetes:
http://img204.imageshack.us/img204/9466/20coronassuecas0002.jpg
Gracias, besos y salud para los tres también.
Alberto, esta entrada que has hecho me ha encantado, salvo cuando sale el tema de los cazadores, ojalá llegue el día en que ellos se conviertan en una "especie en vías de extinción"...es curioso que a mí también me haya recordado a Nils Holgersson aunque yo no leí el libro ¡ví los dibujos animados!
ResponderEliminarDa mucha alegría saber que hay más gente que mira y admira a las aves, a mí me encantan y no imagino el mundo sin ellas.
Muchos besos.Rosalía.
Rosalía, esta entrada tenía relación con lo muy fascinante que me resulta la naturaleza, por lo que, obviamente, cuando aparecen en mi ensimismamiento, esos siniestros cazadores, todo se jode. Ellos son la destrucción, de la manera más vil. Es lo que hacen, destruir. Ya se están convirtiendo en una especie en extinción, poco a poco, pero cada año se tramitan menos licencias de caza, por eso rebajan la edad a catorce años para cazar. Son gente chunga y destructiva.
EliminarDebes de ser más joven que yo, pues no recuerdo haber visto esa serie de dibujos animados.
Las aves son seres fascinantes dignas de admiración. Por eso dejo que aniden en la ventana de mi cocina, cuando todo el mundo espanta y desprecia a las palomas. Yo debo de ser muy raro.
Más besos para tí y muchas gracias.
Por lo que está claro que es una gran escritora y ese libro debe de ser digno de leer.
ResponderEliminarMuchas gracias por la información, Vientos.
Besos.