Ya se que algunos de vosotros, fieles seguidores de este humilde blog, estaréis esperando (¡O eso espero!) un post sobre la alfombra roja de los Oscars, pero no me ha sido posible. Demasiado ocupado, cansado y poco ilusionado, me temo. Siento decepcionar. Otro año será, perdónenme ustedes. Además, para mi vergüenza, me ocurrió lo que no me había pasado nunca. Me dormí a las 4:30 de la mañana, cuando faltaba aún una hora para que terminara la ceremonia. Debo de arrastrar sueño atrasado. Me gustó mucho ver a todos los asistentes en pie, ovacionando a una modesta Meryl Streep, cuando Jimmy Kimmel se dirigió a ella diciendo: "Vamos a darle un caluroso e inmerecido aplauso a la muy sobrevalorada Meryl Streep". Y añadió: "Por cierto, bonito vestido. ¿Es un Ivanka?".
Y es que no hay color entre el talento e inteligencia de Miss Streep y el tarado de Trump. Y de quienes le votaron.
Hablaré de otras cosas en su lugar y me gustaría que este post haga olvidar mi poca formalidad, perdónenme ustedes.
Dicen que Dios aprieta pero no ahoga. Y también dicen que cuando Dios te cierra una puerta, te abre una ventana, aunque como siempre añade mi hermano, para que te tires por ella. A mí no me gusta el drama. Estoy harto de dramas, señoras y señores. En el cine sí, por supuesto. Un buen melodrama me encanta y si es clásico y protagonizado por estrellas, me extasío, pero no en la vida real y menos en mi propia vida, por muy ficticia que me parezca a veces. Superé el cupo de dramas hace años y ya estoy yo muy mayor, para sobrevivir a otros nuevos, pero aún así, no pierdo nunca el optimismo y la esperanza de que las cosas mejoren. Ya sé que parece inaudito, decir que suceden demasiados dramas en tu vida y al mismo tiempo mantener una actitud optimista y positiva. Yo soy así, parezco gilipollas y no pierdo nunca la esperanza ni mis sueños, que están repletos de cosas que me alegrarían la vida.
Ten paciencia y confía en tu viaje
Tienes que luchar con los malos días,
para ganarte los mejores días de tu vida.
No te rindas, el principio es siempre lo más duro
Estoy muy mayor y lo que es peor, me siento muy mayor, casi todo el tiempo. Sobre todo cuando me cruje la rodilla o la cadera. ¡O me ataca el lumbago! Hace tres semanas, por atarme las Martens de pié, doblado, como si fueran a transportarme clandestinamente en una maleta a otro país, en el que para más inri, triunfa la derecha, me dio un ataque de lumbalgia que hizo que no pudiera dar un paso sin gritar. Y es que unas Martens tienen muchos ojetes, mire usted. El caso es que me pasé una semana aullando cada vez que intentaba salir de la cama o levantarme de una silla. Incluso un día monté una pequeña escena en el metro, pues mi hermano Oliver se empeñó en que me sentara en el vagón y al levantarme, cuando llegamos a nuestra estación, no me podía mover sin sufrir un dolor terrible y tuvo que tirar de mí, como si me sacara de un profundo pozo. Gracias a que la medicación me curó poco a poco. Pero aún sí... iba a decir que no me quejaba, pero es mentira. ¡Me quejo de la vida en general y de la mía propia, en particular! Tengo derecho a hacerlo y es justo que lo haga. Y además, me quejo con mucha acritud. ¡Me encabrono! Hay ratos, cuando ya pierdo la paciencia, la esperanza y todo lo que se puede perder, en los que me enciendo y me quejo muy enfadado y durante un buen rato sin cesar, echando pestes de la vida, de todo y de todos, sin dejar casi a nadie a salvo y alarmo a Oliver, que me aguanta y escucha en silencio, como diciendo: "Este pobre sufre". Lo bueno es que un rato después, podemos estar riéndonos por gilipolleces, como no lo hace nadie que conozca y como si en nuestra vida no existiera un solo problema. Si no fuera por él, mis criaturas y la esperanza, todo sería muy distinto. A nosotros eso y las risas, es lo que nos mantiene vivos. Perder la esperanza, debe ser lo peor.
Hace un rato, mis dos galgos y mi pequeño Margarito, hemos seguido a Oliver a la cocina. Cuando esta procesión sucede en mi casa, siempre es por lo mismo, por la puta frustración. Uno va y los demás le siguen en fila india por el pasillo, pues significa que comeremos algo, para mitigar inútilmente esa jodida frustración y cuando alguien come algo en esta casa, todos le siguen. Hemos abierto nuestro frigorífico, demasiado grande para lo que contiene y da mucha pena ver su interior. Antes, cada viernes cuando hacíamos la compra semanal, había que meterlo todo a empujones, como hacen los japoneses con los viajeros en el metro, y encontrar luego algo, era una labor admirable, digna de premio. Ahora, nada más meter nuestra limitada compra semanal, los estantes están medio vacíos. No digo nada, cuatro días después del viernes... Dan ganas de llorar, cada vez que ese frigorífico se abre. El caso es que hemos seguido a mi hermano. Que si una rodaja de chorizo... ahora una de fuet,.. luego dos nueces y además un pepinillo, que dicen que son saciantes (¡Y una mierda!). Tampoco pueden faltar unas pocas patatas Lays y ya se sabe que cuando comes una, acabas con media bolsa sin darte cuenta. Mientras, aprovecho para darles de cenar a las tres criaturas, pues ya han comido también alguna patatita y no es plan de cebarles con ellas. Después de esto, nos miramos mi hermano y yo, como esperando a que se le ocurra a alguno de los dos qué comer ahora y yo le pido un café. No sé por qué extraña razón, en casa yo hago siempre los tés y él los cafés, pero somos así de peculiares nosotros. Cuando el café ya está listo, yo saco una palmera de chocolate del armario, para escándalo de mi hermano.
Son del Supersol y siempre le digo que me cuestan treinta y tantos céntimos cada una. Yo, le advierto que sólo me comeré media palmera, por las calorías, pero cuando ya me la he zampado, vuelvo a abrir el armario a buscar la otra mitad. Entonces es cuando Oliver y yo hemos luchado con energía. Yo trataba de pegarla un bocado y él tirando de mi brazo hacia abajo llamándome tragón. Casi me la he engullido de un bocado, por evitar que volviera al armario. La frustración es lo que tiene, decía. Ya me he acostumbrado a que algunas chaquetas no me las pueda abotonar, y me miro y me digo, aún con poca convicción, que me queda perfecta y estoy guapo.
Incluso me dicen que estoy guapo por la calle. Aunque a veces, me compro cosas que luego no me lanzo a ponerme. Y sé que no debería ser así. Soy yo y con mis consecuencias.
El otro día, iba yo con un look casi total black, aún sin habérmelo propuesto, con un jersey negro enorme, que me llega casi por las rodilllas, unos skinny jeans negros, metidos dentro de mis dichosas Martens, una boina negra, un abrigo negro (¿O tal vez antracita?) oversize de 4€ de Humana, gafas de sol negras redondas y mi mochila de leopardo. Lo que para mí es normal para salir a la calle, vamos. Cuando compraba una barra de pan de picos, que me encanta y una palmera de chocolate en el Supersol, me encontré con la dueña de Keith, el galgo afgano negro que vive enfrente de mi portal y es amigo de Valentino. Ella cuando me vio, me dijo: "¡Qué buen look! ¡Qué guapo!". Todo el mundo que había en la cola, me miró de arriba a abajo, como tratando de estar de acuerdo o discrepar, pero nadie se atrevió a dar su opinión, mejor así, como cuando entré en la farmacia un día y Vanessa, la chica que hizo posible que mis aros de plata acabaran por fin en mis orejas, gritara al verme, al final de la cola: "¡Hombre! ¡El chico más guapo del barrio!". Todo el mundo se volvió hacia mí, esperando ver al mismo dios Apolo ahí plantado, pero se sintieron muy decepcionados, me temo. Ella, la mujer del Supersol, me pregunta por mis criaturas y yo le digo que Valentino es un ángel, pero sigue sin madurar, a pesar de tener ya casi dos años. Luego, yo le pregunto por Keith y ella me dice que han tardado casi cuatro horas en quitarle los nudos en la peluquería y que el otro día, la dejó sin cena, pues se comió un filete de la encimera, el cabrón. Yo me río y le digo: "¡Cómo Valentino! También nos deja con la mitad del menú algunos días. ¿Pero y lo guapos que son?". A lo que ella, resignada, contesta con un simple: "¡Eso sí!". La gente, no perdía detalle de la conversación. Yo no tenía claro si pensaban que hablábamos de nuestros hijos. Y al fin y al cabo, aunque no lo entiendan muchos, hijos son. Después de que ella dijera lo que le gustaba mi atuendo, entré en casa gritándolo: "¡La dueña de Keith me ha dicho que estoy guapo!". Mi hermano me miró de arriba a abajo sonriendo y estando de acuerdo, sin poderlo evitar. Esas cosas me alegran el día, he de decirlo. Uno está muy mayor, decía y agradece que aún así, pueda estar guapo para alguien, al salir a la calle.
Al fin y al cabo, hay o ha habido, gente mucho más atrevida que yo, a la hora de vestirse. Fíjense si no, en el siguiente caballero de los 70. Su cinturón, que es la segunda cosa en que reparamos, al mirar la foto, es digno de mención. Osado y sin igual.
Cuando más triste es mi vida, más procuro arreglarme al salir a la calle. Supongo que lucho para tratar de mantener la dignidad, a pesar de todo. Y todo el mundo sabe que la dignidad se mantiene mucho mejor, si te ves guapo. O lo intentas.
Nos echan del piso. La casa donde hemos vivido desde que nacimos, no es nuestra a pesar de ello y después de fallecer mi madre hace dos años y de cuidarla por su triste estado, sufriendo (ella y nosotros) por el Alzheimer, durante dieciocho años, nos echan. Debido a nuestra dramática situación, hemos conseguido un piso nuevo, pero en el fin del mundo. O en el fin de Madrid, lo cual casi es lo mismo. Después de haber vivido toda nuestra vida prácticamente en el mismo centro de la ciudad, el lugar donde se ubica nuestra nueva casa, nos resulta desolador. Todo nuevo, desangelado y desolador. Además, no podremos llevarnos todos nuestros queridos muebles, pues es más pequeño. Lo bueno, es que mi hermano, nuestras criaturas y yo, seguiremos juntos y con un techo sobre nuestras cabezas. La mudanza ahora, nos tiene preocupados. Nunca hemos hecho una mudanza y nos alarma mogollón. ¿Cómo guardar, trasladar y colocar de nuevo, lo que has acumulado en toda una vida en tu casa?Llevo semanas guardando en cajas CD's, DVD's, libros, carpetas... cuanto más cajas lleno, más cosas quedan por guardar. ¡Parece que se multiplican! ¡Y mis muebles rojos restaurados! ¡Mis tres vitrinas repletas de preciosos ejemplares de Gene Marshall, Madra Lord y Barbie Silkstone!
Y la ropa... yo no sé cómo trasladar tanta ropa. Ni como guardarla allí, pues los armarios de los que dispondremos no serán suficientes. Gracias a que contaremos con trastero y supongo que eso ayudará a guardar la ropa que no sea de temporada. Además, tengo que desmontar dos armarios para poder sacarlos por la puerta y trasladarlos. Uno es muy antiguo y me gusta tanto, que no lo quiero tirar. Quiero restaurarlo y llenarlo de rojos, oros o rosas. O todo a la vez. Por que eso de que "Menos es más", se lo inventó alguien con nula imaginación. Diana Vreeland, decía: "Más es más y menos un aburrimiento" y tenía razón. Pues eso. ¿Por dónde iba yo? ¡Ah! ¡Armarios! Ese, el antiguo, es fácil desmontarlo, pero el otro, de IKEA, con pesadas puertas de espejo y multitud de tornillos de nombres impronunciables, me vuelve loco la idea de desarmarlo. Montarlo hace años, no me resultó complicado pero... algunas espigas las pegué, con cola para madera... Eso ya no tiene solución, mire usted. Además, el nuevo piso está pintado de blanco y ya sabrán ustedes que a mí el blanco me da frío. Yo quiero pintar al menos el salón, que casi solo tiene dos paredes, entre una que ocupa un ventanal y otra que tiene una entrada a la cocina y otra una salida al baño... dos paredes. De rojo, por supuesto.
Y con dos paredes... ¿Dónde cuelgo todos mis cuadros? Yo no soy de los que ponen un cuadro para decorar un salón, yo lleno las paredes y me temo que tendré que guardar la mitad en el trastero, también. Y con ellos, la mitad de mis libros, muebles y demás puñetas. Y es que no se puede padecer un horror vacui tan grave como el mío.
Y me llevaré las plantas de interior, pero no puedo llevarme todas las que tengo en las ventanas. ¡El nuevo piso es tan moderno, que no tiene ni alféizares! No sé en que piensan los arquitectos actuales. Yo les mandaba a galeras.
En fin. No quiero insistir con el tema. Lo que sea, será. El cambio será drástico, pero seguiremos vivos.
He de decir, antes de terminar con esto, que me ha alegrado mucho, descubrir y leer lo que escribe Mario en su blog. Tiene tanta inteligencia y gracia, que nos hace reír a Oliver y a mí, cada vez que leo un post suyo, lo cual siempre es de agradecer. Y me avergüenza, que me diga que disfruta con lo que escribo yo aquí. Lo digo con sinceridad.
A los que hayan llegado hasta aquí, les premiaré su paciencia y amable fidelidad, poniendo algunas fotos de la alfombra roja, a pesar de todo. ¡No lo puedo evitar! Serán poquitas, tranquilos, no cuatrocientas como otros años. Y es que parece que no puedo ignorar el asunto. No me pregunten quienes eran los autores de los modelos, por que en mi estado, es mucho pedir. Ok?
Hace un rato, mis dos galgos y mi pequeño Margarito, hemos seguido a Oliver a la cocina. Cuando esta procesión sucede en mi casa, siempre es por lo mismo, por la puta frustración. Uno va y los demás le siguen en fila india por el pasillo, pues significa que comeremos algo, para mitigar inútilmente esa jodida frustración y cuando alguien come algo en esta casa, todos le siguen. Hemos abierto nuestro frigorífico, demasiado grande para lo que contiene y da mucha pena ver su interior. Antes, cada viernes cuando hacíamos la compra semanal, había que meterlo todo a empujones, como hacen los japoneses con los viajeros en el metro, y encontrar luego algo, era una labor admirable, digna de premio. Ahora, nada más meter nuestra limitada compra semanal, los estantes están medio vacíos. No digo nada, cuatro días después del viernes... Dan ganas de llorar, cada vez que ese frigorífico se abre. El caso es que hemos seguido a mi hermano. Que si una rodaja de chorizo... ahora una de fuet,.. luego dos nueces y además un pepinillo, que dicen que son saciantes (¡Y una mierda!). Tampoco pueden faltar unas pocas patatas Lays y ya se sabe que cuando comes una, acabas con media bolsa sin darte cuenta. Mientras, aprovecho para darles de cenar a las tres criaturas, pues ya han comido también alguna patatita y no es plan de cebarles con ellas. Después de esto, nos miramos mi hermano y yo, como esperando a que se le ocurra a alguno de los dos qué comer ahora y yo le pido un café. No sé por qué extraña razón, en casa yo hago siempre los tés y él los cafés, pero somos así de peculiares nosotros. Cuando el café ya está listo, yo saco una palmera de chocolate del armario, para escándalo de mi hermano.
Me gustan tanto, que debe ser pecado
Son del Supersol y siempre le digo que me cuestan treinta y tantos céntimos cada una. Yo, le advierto que sólo me comeré media palmera, por las calorías, pero cuando ya me la he zampado, vuelvo a abrir el armario a buscar la otra mitad. Entonces es cuando Oliver y yo hemos luchado con energía. Yo trataba de pegarla un bocado y él tirando de mi brazo hacia abajo llamándome tragón. Casi me la he engullido de un bocado, por evitar que volviera al armario. La frustración es lo que tiene, decía. Ya me he acostumbrado a que algunas chaquetas no me las pueda abotonar, y me miro y me digo, aún con poca convicción, que me queda perfecta y estoy guapo.
Incluso me dicen que estoy guapo por la calle. Aunque a veces, me compro cosas que luego no me lanzo a ponerme. Y sé que no debería ser así. Soy yo y con mis consecuencias.
El otro día, iba yo con un look casi total black, aún sin habérmelo propuesto, con un jersey negro enorme, que me llega casi por las rodilllas, unos skinny jeans negros, metidos dentro de mis dichosas Martens, una boina negra, un abrigo negro (¿O tal vez antracita?) oversize de 4€ de Humana, gafas de sol negras redondas y mi mochila de leopardo. Lo que para mí es normal para salir a la calle, vamos. Cuando compraba una barra de pan de picos, que me encanta y una palmera de chocolate en el Supersol, me encontré con la dueña de Keith, el galgo afgano negro que vive enfrente de mi portal y es amigo de Valentino. Ella cuando me vio, me dijo: "¡Qué buen look! ¡Qué guapo!". Todo el mundo que había en la cola, me miró de arriba a abajo, como tratando de estar de acuerdo o discrepar, pero nadie se atrevió a dar su opinión, mejor así, como cuando entré en la farmacia un día y Vanessa, la chica que hizo posible que mis aros de plata acabaran por fin en mis orejas, gritara al verme, al final de la cola: "¡Hombre! ¡El chico más guapo del barrio!". Todo el mundo se volvió hacia mí, esperando ver al mismo dios Apolo ahí plantado, pero se sintieron muy decepcionados, me temo. Ella, la mujer del Supersol, me pregunta por mis criaturas y yo le digo que Valentino es un ángel, pero sigue sin madurar, a pesar de tener ya casi dos años. Luego, yo le pregunto por Keith y ella me dice que han tardado casi cuatro horas en quitarle los nudos en la peluquería y que el otro día, la dejó sin cena, pues se comió un filete de la encimera, el cabrón. Yo me río y le digo: "¡Cómo Valentino! También nos deja con la mitad del menú algunos días. ¿Pero y lo guapos que son?". A lo que ella, resignada, contesta con un simple: "¡Eso sí!". La gente, no perdía detalle de la conversación. Yo no tenía claro si pensaban que hablábamos de nuestros hijos. Y al fin y al cabo, aunque no lo entiendan muchos, hijos son. Después de que ella dijera lo que le gustaba mi atuendo, entré en casa gritándolo: "¡La dueña de Keith me ha dicho que estoy guapo!". Mi hermano me miró de arriba a abajo sonriendo y estando de acuerdo, sin poderlo evitar. Esas cosas me alegran el día, he de decirlo. Uno está muy mayor, decía y agradece que aún así, pueda estar guapo para alguien, al salir a la calle.
Al fin y al cabo, hay o ha habido, gente mucho más atrevida que yo, a la hora de vestirse. Fíjense si no, en el siguiente caballero de los 70. Su cinturón, que es la segunda cosa en que reparamos, al mirar la foto, es digno de mención. Osado y sin igual.
¿Y qué decir de estos caballeros?
(¿El moreno es Jack Scalia?)
Parece que llevan ropa de estar por casa, pero en Venus.
Ya advierten de no meterlo en el microondas.
¡Por algo será! Se te cocerían los huevos,
si ese material no lo hace ya, por sí solo
Estos monos... me dejan sin palabras,
en especial, el asimétrico.
¿Horroroso!
Esto... soy incapaz de describirlo.
Los diseños, las telas... Es difícil imaginar algo más feo.
¡Chaquetas y chalecos de punto con cinturón!
Pensar que a alguien se le ocurrió tal cosa, sobrecoge.
Con esto, sencillamente no puedo.
¡Ese cuello de la camisa! ¡Ese escote! ¡Esos botoncitos!
Parece como de Star Treck, si el que diseñara el vestuario
sufriera un ataque de creatividad.
Y también sobrecoge lo suyo
El traje rosa, deja sin palabras.
La señorita de blanco, incluso cae muda rendida ante él.
Los zapatos... hasta les encuentro algo. Algo perverso,
paro algo al fin y al cabo.
¡No puedo con esos estampados!
Son horrorosos, incluso para tapizar un sofá.
Esto es tan feo, que me lo saltaré.
Los bolsillos de las camisas, son la guinda del pastel.
¡Por si no fuera poco el papá, el niño también
quiere ser moderno! Lo cual no me parece mal,
que quieren ustedes que les diga.
Las solapas son feas, feas, feas.
La tela en cambio, si la veo tapizando un sofá.
Después de todo lo visto, estas señoritas parecen discretas.
Pero solo lo parecen, no nos engañemos.
Cuando más triste es mi vida, más procuro arreglarme al salir a la calle. Supongo que lucho para tratar de mantener la dignidad, a pesar de todo. Y todo el mundo sabe que la dignidad se mantiene mucho mejor, si te ves guapo. O lo intentas.
Nos echan del piso. La casa donde hemos vivido desde que nacimos, no es nuestra a pesar de ello y después de fallecer mi madre hace dos años y de cuidarla por su triste estado, sufriendo (ella y nosotros) por el Alzheimer, durante dieciocho años, nos echan. Debido a nuestra dramática situación, hemos conseguido un piso nuevo, pero en el fin del mundo. O en el fin de Madrid, lo cual casi es lo mismo. Después de haber vivido toda nuestra vida prácticamente en el mismo centro de la ciudad, el lugar donde se ubica nuestra nueva casa, nos resulta desolador. Todo nuevo, desangelado y desolador. Además, no podremos llevarnos todos nuestros queridos muebles, pues es más pequeño. Lo bueno, es que mi hermano, nuestras criaturas y yo, seguiremos juntos y con un techo sobre nuestras cabezas. La mudanza ahora, nos tiene preocupados. Nunca hemos hecho una mudanza y nos alarma mogollón. ¿Cómo guardar, trasladar y colocar de nuevo, lo que has acumulado en toda una vida en tu casa?Llevo semanas guardando en cajas CD's, DVD's, libros, carpetas... cuanto más cajas lleno, más cosas quedan por guardar. ¡Parece que se multiplican! ¡Y mis muebles rojos restaurados! ¡Mis tres vitrinas repletas de preciosos ejemplares de Gene Marshall, Madra Lord y Barbie Silkstone!
Madra Lord "Rich Girl".
Una de mis favoritas. ¡Miren sus ojos!
Y las joyas, el tul y las plumas de su sombrero,
los zapatos de charol, el pelo...
El vestido incluso va forrado.
A esta, años 40 total, le añadí unas flores de tela
en la chistera y la solapa. Mejoró aún más.
Esta es la segunda que me compré.
No ha envejecido un ápice.
Lucy, por supuesto
Solo la cola de este vestido, que aquí no se ve,
llena el estante de la vitrina.
Esta joya, incluso lleva ropa interior negra y ligueros,
debajo del vestido.
Esta es para verla de cerca.
Todo es impecable. Desde la falda bordada
hasta las pestañas azules.
¡Por no hablar de la pamela!
Rizzo, por supuesto
Este vestido, tal cual, es un Balenciaga de los 50
Tippi, atacada por cuervos. Otra de mis favoritas.
Y la ropa... yo no sé cómo trasladar tanta ropa. Ni como guardarla allí, pues los armarios de los que dispondremos no serán suficientes. Gracias a que contaremos con trastero y supongo que eso ayudará a guardar la ropa que no sea de temporada. Además, tengo que desmontar dos armarios para poder sacarlos por la puerta y trasladarlos. Uno es muy antiguo y me gusta tanto, que no lo quiero tirar. Quiero restaurarlo y llenarlo de rojos, oros o rosas. O todo a la vez. Por que eso de que "Menos es más", se lo inventó alguien con nula imaginación. Diana Vreeland, decía: "Más es más y menos un aburrimiento" y tenía razón. Pues eso. ¿Por dónde iba yo? ¡Ah! ¡Armarios! Ese, el antiguo, es fácil desmontarlo, pero el otro, de IKEA, con pesadas puertas de espejo y multitud de tornillos de nombres impronunciables, me vuelve loco la idea de desarmarlo. Montarlo hace años, no me resultó complicado pero... algunas espigas las pegué, con cola para madera... Eso ya no tiene solución, mire usted. Además, el nuevo piso está pintado de blanco y ya sabrán ustedes que a mí el blanco me da frío. Yo quiero pintar al menos el salón, que casi solo tiene dos paredes, entre una que ocupa un ventanal y otra que tiene una entrada a la cocina y otra una salida al baño... dos paredes. De rojo, por supuesto.
Y con dos paredes... ¿Dónde cuelgo todos mis cuadros? Yo no soy de los que ponen un cuadro para decorar un salón, yo lleno las paredes y me temo que tendré que guardar la mitad en el trastero, también. Y con ellos, la mitad de mis libros, muebles y demás puñetas. Y es que no se puede padecer un horror vacui tan grave como el mío.
¿Dónde cuelgo yo todo eso?
¿Y los platos, que comenzó a colgar mi madre y continué yo?
Ese enorme espejo, de dos metros de ancho, pertenece a un aparador,
que no creo que podamos llevarnos
¿Y todo lo que rodea a mi ordenador?
Y me llevaré las plantas de interior, pero no puedo llevarme todas las que tengo en las ventanas. ¡El nuevo piso es tan moderno, que no tiene ni alféizares! No sé en que piensan los arquitectos actuales. Yo les mandaba a galeras.
Los estarcidos, es algo que por supuesto es imposible llevarse.
Este lo hice en la habitación de mi madre,
para intentar que recordara su nombre.
Por supuesto, fue inútil.
En fin. No quiero insistir con el tema. Lo que sea, será. El cambio será drástico, pero seguiremos vivos.
¿Y dónde meteré a Dionisio, que aún espera ser transformado?
¿Y a Gaston?
¿Y a Carmilla?
A los que hayan llegado hasta aquí, les premiaré su paciencia y amable fidelidad, poniendo algunas fotos de la alfombra roja, a pesar de todo. ¡No lo puedo evitar! Serán poquitas, tranquilos, no cuatrocientas como otros años. Y es que parece que no puedo ignorar el asunto. No me pregunten quienes eran los autores de los modelos, por que en mi estado, es mucho pedir. Ok?
Charlize Theron siempre va fantástica,
se ponga lo que se ponga, pues es de esas personas
que realzan la ropa y no al revés.
Parecía sacada de un péplum de los 50
Brie Larson con un muy bonito vestido en tercipelo negro,
también muy fifties
Dakota Johnson con un precioso vestido,
esta vez muy de los 40. Creo que era un Gucci.
Mi hermano insistió en que era propio de Joan Crawford.
Me gustó mucho. Lo que no puedo soportar son los pelos.
Con un vestido como ese, una se peina a tono con él,
no como si fueras a comprar una docena de huevos
y el Cuore. Perdóname, Dakota
Kirsten Dunst, creo que en Dior.
Me parece muy bonito y también muy 50's,
aunque en esa época, llevaría pedrería en el pecho
o un broche o unas flores en la cintura
o algo por el estilo. Demasiado vacío, creo.
¿Qué tal encaje en el bajo?
Yo es que tiendo a faltar al respeto el minimalismo
¿Y un cinturón de azabaches?
Es solo por sugerir, no por joder
Nicole es como Charlize, todo le queda bien
con esa percha, aunque no me vuelva loco el vestido.
Estaba muy guapa, en cualquier caso
Isabelle Huppert, muy guapa y elegante.
Y supongo que muy francesa
Amy Adams perfectamente peinada y vestida.
Lo aplaudiría la mismísima Verónica Lake
Adis Hodge me parece imponente
en su smoking
Y me gusta la total blancura de Tarrell Alvin McCraney.
¡Deslumbrante!
Pharrell Williams me gustó por valiente
y vestirse siempre como le da la gana.
Y si se quiere poner encima cosas que no son
lo esperado, mejor. Me gusta la gente
que no es convencional
Y me gusta mucho el tercipelo azul de Dwayne Johnson.
Y su sonrisa, me parece una de las más sinceras, siempre
Y por último, Emma Stone, que también está
siempre muy guapa. Y se maquilló y peinó como es debido.
Y todo el mundo sabe que unos metros de flecos,
siempre lucen muchísimo.
Y encima, ganó.
Y esto ha sido todo. Gracias por llegar hasta aquí. Tengo que meter toneladas de cosas muy valiosas para mí, en multitud de cajas de cartón. No sé cuando lograré empaquetarlo todo. Y luego... ¡transportarlo y volverlo a colocar! ¡No sé si clavarme una Silkstone en el corazón y acabar de una vez! Si no fuera por la esperanza en un futuro mejor... No perdamos nunca la fe, en que todo mejore. Mientras lo hagamos, seguiremos vivos. Sed buenos, que ya abundan demasiado los malos.
Y os dejo, además, por si hay algún raro que esto le ha sabido a poco (¡Gracias!), con Justin Timberlake abriendo la ceremonia de anoche, que me gustó mucho, con toda la audiencia en pie y bailando.
(¡No olvidéis antes poner en pausa el reproductor de música!).
Qué bonita entrada, que preciosa que es tu casa, es una verdadera joya! Gracias por las palabras tan bonitas que dices de mi, no sabes lo feliz que me haces. Me encanta como escribes, tu estilo. Tus muñecas son lo más! Me ha súper encantado la Barbie Tippi Hedren de "Los pájaros". Un besazo y mil gracias por tus palabras y por compartir un trocito de tu mundo, que me fascina, a través de tu blog.
ResponderEliminarMe alegra tanto como me sorprende, que os guste lo que aquí escribo. No sé que haría, sin los que me lo decís. Seguramente cerraría el blog.
EliminarMi casa es un caos. Necesitaría una más grande para acomodar como se debe todas mis cosas, aunque en poco tiempo, también estaría repleta, estoy seguro. Lo jodido, es que la nueva es más pequeña, con lo que nos volvemos locos pensando que tendremos que dejar atrás.
Lo que digo de tu blog es poco comparado con lo que merece, créeme. Y lo que yo diga sobre ello, no debería emocionarte tanto. Mi estilo, escribiendo, es bastante más banal que el tuyo y no debería encantarte tanto como dices.
Las muñecas las fui coleccionando, en tiempos mejores.Hace mucho que no entra ninguna en casa. Pero ahí están, apretadas en sus vitrinas. Me alegra que te gusten.
Muchas gracias a ti, por pasarte por mi blog y dejar tus amables comentarios.
Besos.
OMG!, no puedo creer que tengáis que dejar vuestro maravilloso paraiso... no tengo palabras de verdad... bueno que no quiero desanimarte que ya tienes bastante. Piensa en esas paredes blancas que te esperan y que tienes que transformar, intenta poner todos esos cuadros maravillosos y tus hermososs recuerdos y objetos, yo no podria deshacerme de ellos. Lo más importante es que estáis juntos, lo demás aunque son vuestros tesoros, son cosas materiales.
ResponderEliminarEn estos dias harta de no ponerme lo que me gusta porque mi cuerpo ha cambiado he decidido comprarme una chaqueta de flecos que tanto me gusta. Estoy cansada de no ponerme ropa que me apasiona porque ya no estoy delgada.
Pues sobre la Gala de los Oscars... si te cuento que yo tambien me dormí justo cuando empezaba la Ceremonia... solo vi la Alfombra Roja aunque al dia siguiente me puse la Gala pero claro ya no era en directo, es que este año no he visto ninguna de las películas nominadas.
En cuanto pueda te escribo pero es que llevo una semanita de médicos... sangre sudor y lágrimas me ha costado escribir el Post de la Alfombra Roja.
Cuídate mucho cariño que eres un tesoro y sobretodo armaros de paciencia para la mudanza. Muchos besitos y abrazos para tí, tu hermano y los pequeñines. ♥♥♥
Pues sí, nos largamos de aquí. Y llevamos angustiados por la idea dos años. En especial este último, ha estado cargado de ansiedad y terror, por ello. Y hemos de dar gracias, por disponer de un nuevo techo, pues nos veíamos bajo un puente con tres criaturas y unos muebles rojos muy raros. Trataré de hacer que la nueva casa sea también personal y la sienta como mía, llenándola de cosas y color a todo correr :-) Y es verdad que debemos alegrarnos de estar juntos los cinco.
Eliminar¡Has hecho muy bien en comprarte esa chaqueta! Debemos ponernos lo que nos de la gana y nos haga felices. ¡Y a unos flecos, no se debe resistir uno nunca!
¡Estamos muy mayores, Carrusel! Dormirnos con los Oscars... es imperdonable. O puede que llevamos vidas que nos agotan, también.
Escríbeme cuando quieras. Me encantará leerte. Cuídate mucho. Yo odio a los médicos. Siempre te encuentran cosas raras o no ven lo que te duele, como me pasa a mí con ellos. No soporto a los traumatologos, por experiencia.
Gracias por pensar que soy un tesoro. No lo merezco. Y si lo fuera... de poco sirve, pues el mundo vive ajeno a ello, lo cual es dramático.
Besos de todos nosotros, preciosa.
Y gracias.
Me encanta leerte animado!!!!
ResponderEliminarYo si estaba ,esperando el post de los Oscar
Os quiero Lucia
¿Animado? ¿He parecido animado? ¡Pues no era mi intención! :-D Tratamos de animarnos, cariño, aunque resulta complicado y duro. Y muy difícil. ¿Tú has visto los cuadros y el tamaño de ellos que hemos de trasladar? ¡Cómo nos vamos a animar! He guardado ya todos los de mis criaturas y he llenado una caja grande solo con ellos. Y muebles... Y libros... DVD's, CD's, Y ropa... Asusta la cantidad de cosas que tienes, cuando has de dejar una casa. Pero sí, trataremos de animarnos. ¡En el fin del mundo!
EliminarTú debías esperar el post de los Oscars, por que eres fiel. Comprende que no puedo dedicar a esto, el tiempo que le dedicaba antes. Veremos el próximo año.
También te queremos. No muchos merecen que lo hagamos.
Besos y gracias.
Siento mucho que os saquen de vuestro hogar de toda la vida, pero me alegro de que tengais un piso nuevo. A que decirte otra cosa, las mudanzas son muy muy traumaticas.
ResponderEliminarMe he mudado tres veces en siete años. O son cuatro, cuatro son. De Madrid centro a pueblos y despues aqui, overseas. Y excepto en una ocasion,siempre ha sido un maremagnum muy estresante. Evidentemente cuando vinimos aqui tuvimos que desprendernos de muchas cosas, asi que se bien lo doloroso que resulta. Aun hoy busco cosas de madrugada y no se si aun existen o no.
Es relativamente util hacer fotos de los recuerdos que hay que tirar. Igual a ti te sirve. Igual no. Y lo que me hubiese gustado saber desde la primera es que hay que llevar en un cuaderno un registro numerico de las cajas con una breve descripcion del contenido.
Y que las cajas hay que numerarlas por los cuatro costados. No kiddin'. Que los libros o el papel hay que embalarlos en cajas pequeñas o bien mezclarlos con ropa. Y usar la ropa para vajilla y no gastar en embalajes. No pretendo ser pedante, solo ayudar una pizca. O eso o estoy quedando como una moza de almacen.
Animo, aunque haya un momento en que todo parezca un caos irreversible, luego todo queda ordenado y uno puede volver a hacer su vida. Esto es cierto.
Besitos!
Anonima Eve.
Me he dado cuenta ya, de lo traumatico de una mudanza, solo con empezar a llenar cajas. Me tiene angustiado. Cuantas mas lleno, más me asusta. No me caben ya las llenas y tampoco las vacías en casa y aún está todo por guardar. Además, yo no conozco ninguna otra casa de nadie, que tenga tantas cosas para guardar y trasladar. No es normal lo nuestro. Basta mirar esas fotos y pensar en hacer un traslado, para caerse redondo. Y ahí no se ven las estanterías repletas de libros, cd's, dvd's, bibelots de todo tipo, ropa, ropa y más ropa. Acojona mucho, te lo aseguro. Todos los días pienso en buscar en Google la manera de organizar una mudanza, pero siempre me acuerdo cuando ya estoy en faena y no lo hago, por lo que agradezco mucho tus sabios y sensatos consejos. Lo de numerar las cajas suena lógico y no lo había pensado. Me limitaba a escribir en cada una una palabra que describiera el contenido. Y es verdad que el papel (docenas y docenas de carpetas) y los libros, si los metes en cajas grandes luego no hay quien las mueva. Hay cosas con las que, que aunque parece que no rijo mucho, me sorprendo a mí mismo discurriendo ideas para empaquetarlas, como ese maniquí de Carmilla, que lo meteré en una caja de su tamaño y rellenaré los huecos con peluches, para protejerle. Pero la vajilla de mi madre, la de las grandes ocasiones, que debe de tener como 60 años, con fuentes y gran sopera incluida... me tortura la idea de que se rompa una sola pieza. Yo no sé si sobreviviré a esto. No veo el día en que me vea sentado en la nueva casa, con todo ya trasladado. No me asusta lo de colocar las cosas, pues se hace poco a poco, pero el tenerlo todo guardado y trasladarlo, me pone los pelos de punta.
EliminarY no resultas pedante en absoluto. Agradezco muchísimo que me cuentes todo esto. Ya contaré si sobrevivimos a la mudanza. Mientras tanto, intentaremos no morir en el intento.
Muchas gracias y besos repartidos.