Vivo rodeado, en mi comunidad, de gente común, amable, antipática, rara, peculiar, encantadora... Hay muchos vecinos con los que me llevo muy bien, como los del 5º izqda. ¡Hola chicos! (Les saludo por que leen mi blog y el sábado nos invitaron una deliciosa cena en su casa, con mis galgas incluidas que dormitaron todo el rato junto a su pastor alemán. También vino otra vecina-amiga, pero a esta no la saludo, por que pasa de mi blog como de la mierda) Lo pasamos muy bien. Decía que en mi comunidad, hay de todo, como en botica. Incluso gente muy mala y siniestra.
Si este fuera un pelín más siniestro, sería mi vecino del sexto. No exagero. ¡Clavado!
Curiosamente, estos últimos siempre protestan por mis galgas. he de añadir que ellas nunca les han dado un mínimo puto motivo para ello, pero no lo necesitan. No les gustan los perros y punto. Son esa clase de gente.
Varios pisos más abajo, vive una mujer que está separada de su marido y también de sus hijos adolescentes. Era un matrimonio que se llevaban a matar. Tenían peleas y los gritos de ella se oían muy a menudo. Al principio, mi relación con ella no podía ser más chunga. Para empezar, me miraba raro. Subió varias veces a quejarse de que le caía agua en sus ventanas, pero a ríos.
"Que si tenía yo cuidado cuando regaba las macetas." Me dijo. Yo le expliqué que sí y que todos los tiestos tienen su plato y en el caso que cayera agua, sería poca cosa, nunca a ríos. Hay otro vecino anciano entre su piso y el mío y él regaba sus macetas. No era por señalar, pero...
No. Esta no es mi ventana, pero a ese geranio da gloria verle.
Un día, a mi hermano se le cayó una macetita de un cactus al patio, yo me asomé y vi que en su recorrido, había dejado restos de arena en los alféizares de varios pisos. Yo como soy así de raro, sin pensarlo, fui piso por piso explicando lo que había ocurrido y pidiendo disculpas. Todos me dijeron que no me preocupara, que era un accidente. Menos ella, la que se mataba con el marido. Salió a abrirme la puerta enharinada hasta los codos. Debía de estar rebozando una pescadilla. Le explique lo del tiestecito y...
"¡Ya lo he visto! ¡De menuda leche me he puesto! Acababa de limpiar las ventanas!" Yo, perplejo, le repetí mis disculpas y ella me dio con la puerta en las narices.
Al llegar a casa, mi hermano me gritó: "¡Que sea la última vez que te disculpas con ella!" Sí. Ya sé que esto también parece un matrimonio peculiar.
Con el tiempo y no sé por qué, le empece a caer bien a esa vecina, "La florista" la llamamos mi hermano y yo, no por nada, si no por que tenía una floristería en el barrio. Empezó a saludarme con simpatía, a pararse a charlar y a acariciar a las galgas si las veía en el patio, etc.
Lolita y Tallulah
Además, en verano, se fue de vacaciones y yo hice de mi casa, una residencia de tortugas y un canario de sus hijos, durante varias semanas.
Un día, le contó a
Oliver, mi hermano, que se había separado y que su marido era cazador. Que cuando no le "valía" un perro, lo mataba. Y que a su hijo, menor de edad, le había comprado una escopeta y le llevaba a cazar. Un "angelito" el papá. También le contó que su marido, el cazador, la zurraba (de ahí los gritos) y el colmo de los colmos, su hijo, menor de edad, cuando se enfadaba, arreaba a su madre también. De tal palo, tal astilla. Una muestra de la nefasta influencia de un padre chungo.
Lo de ser cazador y comportarse de forma violenta con sus semejantes, no es nada raro, debo decir. Hay estadísticas que lo demuestran. Es fácil que quién es violento con los animales, también lo sea con las personas. Un ejemplo:
http://depatitasalacalle.com/2012/06/la-relacion-entre-el-maltrato-humano-y-el-animal/ Y también:
http://www.gevha.com/ Y que se mosquee quien se mosquee. Estoy hablando de violencia.
Yo me quedé pasmado cuando me enteré de todo esto. Y sentí un desprecio absoluto por ese padre. No podía mirarle a la cara cuando venía a buscar a ese hijo y a su hermana y me cruzaba con él. Me daba miedo mi reacción. Incluso dejé de saludarle. No me gusta la hipocresía y si alguien me desagrada, miro para otro lado, ignorándole.
Un día nos contó que sus hijos se han ido a vivir, por deseo de ellos, con ese padre cazador mata perros y zurra esposas. Según dice, él tiene mucho dinero y los niños no necesitan rogar un capricho. Pone los pelos de punta saberlo.
Ahora, ella lleva varios meses con una nueva pareja y se la ve más feliz. Y yo me alegro por ella. Además, su hermana le ha regalado una cachorrita preciosa de pomerania. Bimba, que así se llama la perrita, por supuesto adora a "La florista". Y ella adora a su Bimba.
Hoy me las he encontrado a las dos. Bimba cuando me ve, se vuelve loca. La he cogido, le he dado un beso y es la cosa más cariñosa del mundo. Entonces, le digo a ella:
"¡Como no los vas a querer, si mira como te quieren a ti!". Refiriéndome a los perros, en general. Y ella, mirando al suelo, asentía con energía. Añado:
"Ellos siempre, siempre te quieren, hasta el final". " Lo único que desean es estar a tu lado y no separase de ti. Por eso Bimba se queda llorando (la oigo desde mi casa)
cada vez que te vas y se queda sola." "Y todavía hay gente que piensa que los que queremos a nuestros perros somos unos tarados" "¡Son lo mejor!". Y ella, sin separar la mirada del suelo y casi al borde de las lágrimas, seguía asintiendo y diciendo: "Además de verdad", "Además de verdad". Ha sido entonces cuando me he dado cuenta del significado de lo que yo estaba diciendo tenia para ella y me ha dado mucha lástima. Pero me he alegrado que tenga a Bimba con ella. Y sé que la valora y la quiere como se merece.
Unos hijos, pueden decidir que pasan de vivir contigo y elegir la terrible compañía de un padre cazador, mata perros y pega esposas. Un perro nunca elegiría dejarte y largarse a vivir con otra persona. Si hay alguien que sabe lo que significa la fidelidad y el amor incondicional, es tu perro. Los hijos, como los maridos, pueden comportarse como menos te lo esperas. Como los vecinos, hay de todo tipo. Nunca se sabe. Con tu perro, siempre sabes que esperar. Puedes estar seguro del amor de un diminuto pomerania.
Jean Claude Van Damme con un amiguito
Lo que dice la pancarta de la izquierda, nunca sería necesario decírselo a un perro. Desgraciadamente, a muchísimos novios o maridos, sí.